Barcelona es 'bona'

Artur Mas ha hecho una inmersión acelerada en el método Stanislavski para disimular el cabreoPuig ha salido ganando, se le ve más cómodo entre «top models» que entre mossos d'esquadraDurante los desfiles, los tuiteros se dedicaron a difundir noticias del lodazal de la corrupción

De las muchas escenas que esta semana nos ha deparado el 080 (véase Barcelona fashion week, antes pasarela Gaudí) una de las más llamativas fue la de Jaime de Marichalar (ex duque de Lujo) coqueteando airadamente con Artur Mas, que a su vez coqueteaba airadamente con todos los que le salían al paso. Para mí que Mas estaba ensayando la interpretación que dos días más tarde representaría en Zarzuela, cuando tuvo que vérselas con el Rey de España en presencia de los fotógrafos. Y si el Rey es hombre de mundo y lo mismo pide perdón que cuenta un chiste sin que se le mueva un pelo del bigote, Mas no podía ser menos.

El president seguramente ha hecho una inmersión acelerada en el método Stanislavski para disimular el cabreo, pero a fuerza de apretar los músculos faciales se le ha quedado una expresión de estreñimiento que ríete tu de Xiao Pang, el chino más famoso de Internet, después de un atracón de arroz. Tal vez fue eso lo que mosqueaba a Marichalar: El caso es que Artur Mas se acercó a él y, cuando parecía que iba a arrancarse por els segadors, quedó petrificado a la altura de sus tetillas. No hubo feeling.

Cerca andaba el conseller Felip Puig, que ha salido ganando en su nueva singladura: se le ve más cómodo entre top models que entre mossos d´esquadra. Y Helena Rakosnik, la esposa polaca de Mas (¿O era checa? mejor lo dejamos en catalana), el alcalde Trías y Nuria de Gispert, presidenta del Parlament. Todos rodeando a Isak Andic, que abría la Pasarela 080 (para los despistados: el título ha sido tomado del código postal de Barcelona) con el desfile de Mango.

Andic es el Amancio Ortega catalán. Hombre emprendedor, rebosante de poderío, desempeña un importante papel en la sociedad catalana y pone su avión privado al servicio del famoseo de Madrid. Generoso y además judio, o generoso y sin embargo judío (me tiembla el pulso mientras tecleo la palabra: Judah Binstock me llevó a los tribunales porque lo llamé «el judio que vino del frío» y creyó ver animus injuriandi donde solo había definición), Andic es un hombre de mundo. Magro, apuesto, risueño y buen conversador. Y no sigo porque jamás he intercambiado una palabra con él y corro el riesgo de desdecirme cuando lo haga.

Arropando a las huestes de Andic, un surtido de famosas. Ana Obregón, que optó por un look Gilda para deslumbrar en el photocall, Carla Royo-Villanova, María García de la Rasilla, Boris Izaguirre, Ana García Siñeriz, Almudena Cid y, ojo al parche: un tal Jan Gui Urdangarin, a la sazón sobrino del imputado, que prestaba sus servicios de azafato, modalidad en la que se estrenó tiempo atrás llevando y trayendo sobres del instituto Noos.

Jan Gui (Urdangarín) compartió protagonismo con Paris (Hilton). Pegada a un móvil rosa, la caprichosa heredera permanecía atenta a su novio, un modelo que hilvanaba la pasarela con porte marchoso. Atiende por River Viiperi y pese a la eufonía del nombre, es producto nacional bruto. Concretamente, ibicenco. Se trata de un pipiolo que une a sus cualidades estéticas (Carmen Duerto alcanzó a tocarle un brazo y quedó impresionada por la textura de sus biceps) un mérito incuestionable: ha iniciado a su chica en el jamón de bellota.

La pasarela 080, celebrada en el edificio DHUB (por nombres raros que no quede), ocupó la semana con desfiles que apuntan a una recuperación de la moda catalana, tan disminuida en estos últimos años. La expectación se centró en Custo, Desigual, TCN, Mango y Miriam Ponsa, premiada esta vez como la mejor colección. Durante los desfiles, los tuiteros se dedicaban a difundir noticias recién llegadas del lodazal de la corrupción. Ni la maciza Bar Refaeli conseguía distraernos de Bárcenas.